La mochila, facilitar la diferenciación
Durante el crecimiento de un individuo en su familia, y por un largo periodo de tiempo, es necesario protegerlo y cuidarlo, para crecer y desarrollar un sentido de pertenencia, y al mismo tiempo, una identidad original producida por su predisposición filogenética y por las múltiples identificaciones de base con sus objetos primarios. Si bien el hombre es la especie más desarrollada a nivel cognitivo, que culmina con la adquisición del lenguaje, al mismo tiempo es la especie más vulnerable biológicamente.
En el ser humano son necesarios entre 15 y 18 años para llegar a la madurez biológica, cerca de 25-30 años para alcanzar una madurez psicológica, muchos más para una madurez emocional, a veces jamás alcanzada.
Pertenecemos a la cuenca mediterránea donde la tradición de vivir en torno a la familia de origen está más desarrollada que en los países del norte de Europa, donde se estimula temprano el movimiento exógámico. El sentimiento de pertenencia es muy importante y la familia juega un papel fundamental en el desarrollo de la identidad, producto de un movimiento dialéctico entre fusión con los objetos primarios y la complementariedad recíproca y la diferenciación relacional, que permite una buena identificación.
BUBER (1958) concibe al hombre como definido por el encuentro con el otro: “A medida que digo Tú, me convierto en mí mismo. Toda vida real es un encuentro”.
Para llevar a cabo la diferenciación, entendida como curiosidad innata que permite adquirir el dominio del territorio extrafamiliar, es necesario el alimento afectivo y la confirmación del self que proviene de los familiares significativos, fundamentalmente los padres, y también con la confianza y la seguridad con la que estos padres permiten e impulsan a los hijos a realizar el propio proyecto existencia. Las carencias emocionales y psicológicas de los padres o los conflictos concernientes al área conyugal o parental hacen que a menudo la diferenciación del hijo amenace el equilibrio disfuncional alcanzado, provocando activas maniobras para impedir aquel movimiento exogámico con una gama infinita de tonos como la culpabilización, la victimización e incluso el sabotaje económico o chantaje. Sin llegar a estos estilos altamente disfuncionales, la salida de casa, o de la verdadera y propia diferenciación, es un momento agridulce donde se mezclan sentimientos de alegría con sentimientos de pérdida.
Para facilitar esta fase, el ejercicio de la mochila permite el intercambio emocional y la
redefinición positiva de la relación padres-hijos volviendo a asignar a cada uno lo que le corresponde: al hijo la confirmación de sí y el permiso para explorar el mundo, al padre el cumplimiento de una tarea inseparable de su rol.
La mochila:
A uno de los padres se le indica que se siente frente a su hijo, tocándose con las rodillas y sin cruzar las piernas. Tomándose de las manos, mirándose a los ojos.
Se le indica que trate de encontrar dos o tres cosas importantes de sí mismo/a, que usted haya logrado cultivar, y de lo que se sienta orgullosa, para dárselas a su hijo/a como don: él lo meterá en la mochila y cuando tenga necesidad, en el largo camino d la vida (repetir) las tomará y las hará propias. El terapeuta toma nota del concepto que le dice y por otro la explicación del mismo. Luego cuando acaba se los repite al padre o madre, se los hace repetir definiéndolos en una sola palabra, para explicar el por qué de estas palabras.
Luego se dirige al hijo/a y le pide que deje a su madre o padre algo de sí antes de partir por el largo viaje, algo que él considere le pueda gustar tener con ella, sentimientos, aficiones, sueños, etc.
El terapeuta relee lo dicho por el hijo y se lo hace repetir.
A continuación, les pide a ambos que se abracen sin palabras, descansando la cabeza de cada uno sobre el hombro del otro, el tiempo necesario.
Luego el otro padre, que ha observado la totalidad de la escena, repite el proceso con su hijo/a, se sienta delante y escoge dos o tres cosas de sí mismo de las cuales se sienta orgulloso para darle a su hijo, para su largo camino en la vida.
Al finalizar interviene el terapeuta: Estos momentos que han vivido con intensa emoción, déjenlos fluir dentro de ustedes, sin pedir explicaciones y gozando de estas sensaciones…
Nicolás Luengo. Director de Síntesis TPE. Especialista en psicoterapia por al EFPA
Bibliografía: A. Canevaro. “Terapia individual Sistémica. Con la participación de familiares significativos”. Editorial Morata.