14
de
March
de
2016

El apego. La base de nuestra sensación de ser queridos.

A parte de la clasificación de John Bowlby y la investigadora estadounidense Mary Ainsworth en las investigaciones sobre el apego: apego seguro e inseguro, dividido éste último en evitativo y ambivalente, se puede encontrar en la literatura, el aporte de una psicóloga canadiense Bartholomew (1994). Este es un acercamiento al tema del apego algo más elaborado, pero a mi parecer se acerca mucho a lo observado en la clínica, con lo cual me resulta muy útil para dar una explicación a los aspectos relacionados con el apego o relaciones objetales de afecto entre iguales.

Esta autora, dice que existen dos dimensiones mayores subyacentes a las mediciones del apego en el adulto: la ansiedad (ante el abandono y el amor insuficiente)y la evitación (de la intimidad y de la expresión emocional).

Estas dimensiones se organizarían en relación con otra dos dimensiones relativas al foco atencional hacia nosotros mismo o hacia los otros. Se generarían dos tipos de representaciones, o modelos perceptivos e interpretativos de la realidad, tanto interna como externa, entendiéndolo desde la dualidad:

1.- Modelo de sí mismo positivo o negativo.- merecedor o no de afecto, de amor o atención.

2.- Modelo de los otros positivo o negativo.- los otros son vistos como disponibles o protectores, o son poco fiables y rechazantes.

La concepción de sí mismo como merecedor, se asemeja a la concepción de Erich Fromm de “Amor Paterno”, un amor condicional, en el que el amor se nos dará siempre bajo alguna condición, en la sociedad actual como un intercambio recíproco afectivo o de favores, es un amor necesario para adaptarnos a la vida real. Esto en contraposición con el “Amor Materno”, un amor incondicional, tan solo por existir ya somo merecedores del amor, no es condición de nada. Este amor es necesario para el propio autocuidado, la resiliencia, el umbral a la frustración, la motivación e infinidad de constructos actuales que, sin potenciar este tipo de amor introyectado en nuestro aprendizaje, se nos haría muy difícil sobrevivir ante las frustraciones de las exigencias educacionales y sociales.

La autora destaca que ante la combinación de estos modelos, podemos observar cuatro tipos de estilos afectivos:

1- Estilo Seguro: positivo-positivo. Mantienen una percepción positiva tanto de sí mismos como de los otros, apertura emocional hacia el otro. Cómodos e la intimidad y autonomía.

2.- Estilo Ansioso: negativo-positivo. Temen ser rechazados o desvalorizados.

3.- Estilo Evitativo: positivo-negativo. Defensivamente desvalorizan la importancia de los vínculos afectivos.

4.- Estilo Temeroso: negativo-negativo. Desconfían de los demás, por lo que evitan involucrarse. Dependientes y temen ser rechazados.

Los roles aprendidos, condicionados y automatizados a lo largo de las interacciones en los distintos contextos sociales significativos en el terreno afectivo, familia, amigos, parejas, etc; se tienden a repetir de manera automática, por no decir inconsciente, en las delaciones interpersonales actuales. El hacerlas consciente nos ayuda a generar conciencia y libertad en la manera de pensar, actuar y sentir ante las personas que nos importan, relaciones amorosas, relaciones de amistad, etc.

Nicolás Luengo

Psicólogo especialista en psicoterapia por la EFPA.

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